Tareas pendientes para el próximo gobierno
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Andrés Sanfuentes
El debate presidencial ha servido para precisar las numerosas tareas pendientes que persisten en el país, que le impiden acercarse al desarrollo económico. Pueden ser compartidas por las diferentes posiciones políticas, pero en lo que no hay acuerdo es en la prioridad de algunos objetivos por sobre otros.
Un recuento de los principales problemas que se han acumulado en los últimos años refleja las dificultades que enfrentará la próxima administración.
Se debe partir por la aguda desigualdad que existe en la sociedad chilena y que se expresa en la distribución del ingreso y del poder, generando discriminación, abusos y los conflictos sociales presentes en la comunidad nacional, que si no se superan afectarán la inversión y el crecimiento económico futuro.
La evidencia histórica señala que el mejor instrumento para atenuar las injusticias son los programas sociales, que implican incrementar el gasto público en forma significativa. De ahí la necesidad de efectuar una reforma tributaria para financiar las carencias en las áreas de educación, salud, previsión social, vivienda y otras que es necesario mejorar. Pero la reforma tributaria es indispensable incluso si no fuese necesario disponer de más recursos fiscales, ya que la injusticia horizontal y vertical es un sello distintivo del sistema impositivo chileno, especialmente por la irritante y creciente elusión tributaria.
Otro tema cercano es la creciente concentración productiva, impropia de una economía de mercado eficiente. La carencia de competencia en muchas actividades, también está en el origen de la desigualdad. No es justificación que una economía inserta en la globalización requiera de grandes empresas para poder competir en el exterior, pues la concentración también aparece en los mercados internos, no de exportación, como el “retail”, los servicios financieros y las farmacias, a lo que se suma la existencia de carteles y abusos de los grandes sobre los pequeños empresarios como tónica habitual. En consecuencia, se requiere una modificación a fondo de las políticas regulatorias y la legislación, que eviten comportamientos de características monopólicas en adquisiciones, fusiones y otras prácticas concentradoras.
La reforma laboral es el complemento necesario en la búsqueda de equilibrios en la sociedad, ya que los trabajadores están en una situación desmedrada frente al empresariado. Los avances en los derechos de los consumidores son otra herramienta indispensable en la búsqueda de mayor equidad.
A pesar de la necesidad de enfrentar con decisión la modernización del Estado, los avances en el gobierno de Piñera fueron mínimos, pero es un elemento vital para el progreso. Sigue siendo la “pata coja” de la institucionalidad y urgen reformas, ya que el país ha experimentado cambios profundos y se mantienen las estructuras de muchos decenios atrás, sin considerar los temas nuevos que han surgido.
Entre estas materias están la necesidad de una profunda descentralización del país, más allá de algunas superficiales modificaciones administrativas o de la mera elección popular de los intendentes regionales.
Obviamente se debe mencionar el problema más importante en lo inmediato, que es la crisis energética que sufre el país y que los últimos gobiernos han eludido, agravando aún más el problema, a lo cual se suman los atrasos en la infraestructura.
Los mencionados temas pendientes en la esfera económica social no son de fácil solución, especialmente si está prevista una situación internacional menos favorable que la actual, si se reduce el precio del cobre y se deban mantener los equilibrios macroeconómicos y fiscales que han sido uno de los fundamentos del progreso chileno.
Si se pretende continuar la secuela de progreso y paz social que el país ha tenido en los últimos decenios, será necesario realizar profundos cambios en la sociedad chilena, de manera de no caer en el desorden social, el estancamiento y la mediocridad.